Psico-plástica?

By on 19 marzo, 2015, in psique e imagen

Cuando estamos pasando por un momento crítico en nuestras vidas y pensamos en buscar algún tipo de ayuda terapéutica, las opciones cada vez son más amplias… el menú hoy en día incluye: psiquiatras, psicoanalistas, psicólogos, terapeutas alternativos, videntes, chamanes etc… sin contar la enorme diversidad de escuelas, posturas y métodos existentes en el interior de cada categoría.

Las personas que conocemos, seguramente nos darán consejo, basadas en su propia experiencia, sobre cual puede ser el camino mas acertado para superar la situación problemática… pero lo cierto es que nadie puede afirmar objetivamente cual es la opción más adecuada para resolver nuestro conflicto existencial que en determinados momentos de la vida nos genera tal grado de ansiedad, depresión y tensión que compromete seriamente la integridad de nuestra salud, relaciones, desempeño laboral y en casos extremos, poner literalmente en peligro, la vida misma.

Todos los seres humanos nos vemos confrontados con ciertas emociones, pensamientos, sensaciones e impulsos propios, que no sabemos cómo explicar, ni de donde provienen y que no podemos controlar o eliminar, aún cuando racionalmente consideremos negativo o incluso nefasto su impacto en nuestras vidas…

Como sabemos que estas emociones, pensamientos, sensaciones e impulsos, se originan en nuestra mente, buscamos ¨repararla¨ cuando sentimos que algo anda mal… cuando sentimos que estas fuerzas internas se han salido de control… en esos momentos sabemos que hay que actuar de alguna manera sobre ella, intervenirla para corregir las fallas… Lo primero que se hace necesario para la intervención sobre un ente desconocido y abstracto como es nuestra propia mente, es establecer una analogía entre ésta y un ¨algo conocido¨ que nos permita hacernos una idea de su naturaleza, dinámica y principios básicos de funcionamiento.

Durante las últimas décadas del siglo XX y la primera del siglo XXI la metáfora dominante, en la cultura occidental,que usamos para visualizar y comprender nuestra propia mente, ha sido la computadora y el contexto disciplinar de acción, para intervenirla, la medicina; aceptamos de forma unánime que ésta incluye un componente tangible/corporal que responde a las leyes de la naturaleza física orgánica y un componente intangible/anímico que parece responder a leyes cualitativamente distintas.

En este orden de ideas, el procedimiento lógico para resolver un problema o conflicto que afecta seriamente la integridad mental de un individuo, es intentar una “reparación/cura” atendiendo estos dos niveles: en el tangible/corporal, la labor corre por cuenta de un técnico en la materia (=psiquiatra, profesional acreditado en el área de la salud con un entrenamiento clínico en detección de patologías físico/orgánicas y capacitado para determinar los fármacos requeridos para normalizar X o Y función a nivel fisiológico). En el nivel intangible/anímico el responsable es un programador (= psicoanalista entrenado para acompañar al individuo en la revisión exhaustiva de archivos/memorias, programas/complejos maternos y paternos y virus/traumas en el individuo con el fin de detectar posibles causas del síntoma supeditado a la patología diagnosticada).

Estos procesos exigen la intervención de especialistas calificados en el área de la salud y se caracterizan por ser largos, muy costosos y con resultados variables entre sujetos.

Cada día, millones de personas en el mundo reciben prescripciones de medicamentos psiquiátricos, convirtiéndose en fármaco-dependientes vitalicios… otros, tantos miles, convertidos en analista-dependientes eternos que no mueven un dedo sin la aprobación parental-sustituta de su psicoanalista.

Es posible que no haya otra opción posible distinta al manejo médico que acabamos de describir, para un porcentaje de estos pacientes, pero también es posible que  para un porcentaje -talvez aún mayor- sí haya otras opciones terapéuticas que permitan al individuo recibir un apoyo eficiente en el momento de afrontar una crisis sin perder la posibilidad de tomar en sus manos la integridad y el devenir de su propia vida psíquica a corto, mediano y largo plazo… el mayor objetivo de un trabajo terapéutico, incluso en los casos graves, no puede limitarse a un ¨ajuste¨ a un rango de normalidad promedio… todos los seres humanos tenemos el derecho y el deber de buscar la autorrealización y la plenitud en nuestras vidas, a encontrar nuestra forma particular de desarrollarnos como individuos completos.

Otra metáfora…

En la década de los 70´s surge un movimiento que utiliza una metáfora distinta en el campo psico-terapéutico: la del artista sanador. En esta nueva visión, la metáfora del tratamiento terapéutico está alineada con el proceso de creación artística; bajo esta ¨para-lógica¨ terapéutica se considera que los medios propios del arte, como la pintura, la escultura, la danza, el teatro, son medios auto-expresivos idóneos para revelar aspectos inconscientes de la psique y re-interpretarlos a la luz del yo consciente. Esta visión que nació en plena era del descubrimiento colectivo en el mundo occidental, de la dimensión psicodélica de la mente, se encuentra en una fase temprana de su desarrollo.

Aunque este es un camino liberador que ha permitido que millones de personas alrededor del mundo hayan tenido la oportunidad de mirarse desde una nueva perspectiva para mejorar y enriquecer sus vidas, hoy aún es percibida como una técnica liviana en el campo del análisis y cura de la psique; se le sigue considerando como una terapia secundaria o de refuerzo, cuyo mayor valor, en gran parte de los casos, es la visualización de contenidos difícilmente aprehensibles a través del lenguaje verbal, permitiendo la descarga emocional directa a través de imágenes o gestos gráficos y corporales. En este sentido el componente de interpretación analítica se limita al relacionamiento (bastante literal en la mayoría de los casos revisados) entre los signos plásticos y las posibles patologías establecidas a nivel médico.

Personas con gran talento e intuición han hecho avances enormes a partir de sus prácticas artísticas con pacientes y grupos en situación de riesgo generando material de indiscutible valor para la identificación y desarrollo de nuevas perspectivas en la práctica psico-terapéutica, sin embargo, una exploración sistémica a profundidad de los alcances terapéuticos de esta metáfora entre el individuo como artista creador y su propia mente como obra maestra… está aún por realizar…

El punto de partida (existe un lienzo/cubo en blanco?)

Cada persona tiene fijada una escala de valores en su base psíquica. Esta escala es necesaria para la supervivencia y desarrollo del ego humano y demarca los parámetros de percepción, interpretación y valoración (consciente e inconsciente) de cada una de sus experiencias, tanto de los eventos externos que van ocurriendo en la vida del individuo, como de aspectos propios de su vida interior. Estas escalas se forjan individualmente a partir de “aprendizajes” de supervivencia extraídos en su mayoría de los patrones relacionales percibidos por el niño en los primeros años de vida en su entorno familiar inmediato (madre, padre, hermanos). Estos aprendizajes se convierten en creencias codificadas listas para ejecutarse automáticamente en situaciones posteriores de la vida que la psique relaciona en algún nivel con la experiencia primaria; algunos de estos códigos quedan fijados en sustratos superficiales de la conciencia y podemos detectar por medio de la auto-observación su mecanismo de activación y las consecuencias que tienen sobre nuestras vidas, mientras que otros quedan guardados en lugares muy profundos de nuestra psique, ocultos para nuestra mente consciente, actuando en muchas ocasiones como implacables enemigos invisibles que atacan cuando menos lo esperamos.

Estos enemigos invisibles nos habitan a todos, sin excepción. No hace falta ser diagnosticado con esquizofrenia para escuchar de vez en cuando voces interiores que nos cargan de culpas y reproches, que nos mantienen atados al pasado, reproduciendo las relaciones tóxicas con nuestros padres y hermanos con nuestras parejas y otras personas que conocemos a lo largo de nuestras vidas, que nos empujan a repetir experiencias dolorosas y nocivas, que en el fondo, son las únicas que conocemos y por lo tanto, leemos como posibles. Para desterrar a estos enemigos invisibles, el ser humano ha utilizado ancestralmente todo tipo de mecanismos de índole mágica y religiosa basados (ambos) en la creencia  de fuerza(s) sobrehumana(s) externas al individuo, con poder suficiente para modificar su realidad material, emocional, corporal y psicológica… capaz de salvarlo de todas sus dolencias terrenales. Pero, qué pasaría si de repente este individuo se da cuenta de que esa dimensión mágica/poderosa está en su propia mente? de que su propia psique cuenta con los recursos, mecanismos y medios inherentes necesarios para auto-sanarse?

Es claro que no podemos pretender -para empezar el trabajo creativo sobre la psique- encontrarnos con un lienzo en blanco o cubo blanco receptivo y maleable a todo aquello que queramos plasmar o hacer de él a partir de nuestra voluntad… existen, como se describió brevemente unas lineas atrás, unos condicionamientos potentes (códigos automáticos preestablecidos a nivel personal y colectivo) que  dan unas pautas de comportamiento de ese sistema frente a algunos estímulos simbólicos o directos de tipo emocional, intelectual y corporal… lo que sí podemos definir, es un punto de partida o mejor coordenada 0,0,0,0 del proceso de auto-transformación personal de un individuo. Esta se encuentra en el instante preciso en que se dan las condiciones ideales para observar(se) en (cuatro)* niveles distintos de forma diacrónica y sincrónica y ubicar(se) como eje y pivote en dicha construcción. Paradójicamente estas condiciones ideales para el trabajo plástico sobre la psique, se manifiestan en crisis vitales en las que el ego (mayor guardián y protector de esos códigos de bloqueo) tiende a debilitarse a fragmentarse, abriendo la posibilidad de acceder a áreas inalcanzables de la psique en condiciones normales. En este punto no solo se hace posible una re-definición psíquica del individuo, como estrategia de adaptación a una nueva realidad, sino la re-creación de una nueva realidad desde y para él… esta es la premisa de base de la psico-plástica.

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